PREG. ¿Es lo que llamamos espíritu, alma y hombre de carne?

TEÓS. No. Ésa es la antigua división platónica. Platón estaba iniciado, y, por lo tanto, no podía entrar en detalles prohibidos; pero el que conoce la doctrina arcaica encuentra el número siete en las varias combinaciones de Platón respecto al alma y al espíritu. Consideraba al hombre constituido en dos partes: la una eterna, formada de la misma esencia que lo Absoluto; la otra mortal y corruptible, derivando sus partes constitutivas de los dioses menores “creados”. Demuestra al hombre compuesto de:

1º un cuerpo mortal, 
2º un principio inmortal, y 
3º “una especie del alma mortal separada”. 

Es lo que llamamos, respectivamente, el hombre físico, el alma espiritual o espíritu, y el alma animal (el Nous y psuche). Ésta es la división adoptada por San Pablo, también iniciado, que sostiene que existe un cuerpo psíquico (alma o cuerpo astral implantado en el corruptible), y un cuerpo espiritual (formado en la substancia
incorruptible). Hasta el mismo Santiago (III, 15) lo corrobora diciendo que la “sabiduría” (de nuestra alma inferior) no viene de arriba, sino que es terrestre, “psíquica”, “demoníaca” (véase el texto griego); mientras que la otra Sabiduría es celeste. Tan claro es esto, que Platón y el mismo Pitágoras, al hablar sólo de tres
“principios”, les prestan siete funciones separadas en sus diferentes combinaciones; y si comparamos con esto nuestras doctrinas, resultará evidente la concordancia. Hagamos un bosquejo de estos siete aspectos por medio de las dos tablas siguientes: (Para mejor observación presione las imagenes)

      

18En el Buddhismo Esotérico de Mr. Sinnett, d, e y f son llamadas respectivamente el alma animal, la humana y la espiritual, lo cual responde también a la idea. Aunque los principios están numerados en el Buddhismo Esotérico, esto, estrictamente hablando es inútil. Sólo la Mónada dual (Âtma Buddhi) es susceptible de ser considerada como los dos números superiores (el sexto y el séptimo). En cuanto a todos los demás, como sólo aquel “principio” que predomina en cada hombre ha de considerarse como el primero y el principal, ninguna numeración es posible, por regla general. En algunos hombres es la inteligencia superior (manas o el 5º ) la que domina al resto; en otros, es el alma animal (Kâma–Rûpa) quien reina en absoluto manifestando los instintos más bestiales, etcétera.

19 Pablo llama al Nous de Platón “espíritu”; pero, como ese espíritu es “subsistencia”, evidentemente es a Buddhi a quien se refiere y no a Âtman, ya que en ningún caso puede llamarse “substancia” a la última, filosóficamente. Incluimos a Âtma en los “principios humanos” para no crear mayor confusión. En realidad, no es principio humano “alguno”, sino el principio Absoluto universal, del que Buddhi, el Espíritu–alma, es vehículo.
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Ahora bien; ¿qué nos enseña Platón? Habla del hombre interno como hecho de dos partes: la una inmutable y siempre la misma, formada de igual substancia que la Deidad; y la otra, mortal y corruptible. Esas dos partes encuéntrense en nuestra tríada superior y en el cuaternario inferior (véanse las tablas). Explica Platón que cuando el alma, psuche, “se une al Nous (espíritu o substancia divina)19, obra recta y felizmente en todas las cosas”; pero que sucede lo contrario cuando se deja arrebatar por anoia (la locura o alma animal irracional). Tenemos pues, aquí, Manas (o el alma en general) en sus dos aspectos: cuando se adhiere a anoia (nuestro Kâma–Rûpa o “alma animal” en el Buddhismo Esotérico), corre hacia su completo aniquilamiento en lo que concierne al ego personal; pero cuando se une al Nous (Atma–Buddhi), se funde en el Ego inmortal e imperecedero, y entonces la conciencia espiritual de lo que era la personalidad convierte en inmortal.


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