¿QUÉ ES LA MEMORIA, SEGÚN LA DOCTRINA TEOSÓFICA?


PREG. La cosa más difícil para vosotros va a ser explicar semejante creencia apoyándola en principios racionales. Hasta ahora no ha conseguido teósofo alguno presentarme una prueba capaz de quebrantar mi escepticismo. Ante todo, tenéis en contra de esa teoría de la Reencarnación el hecho de que no se ha encontrado aún hombre alguno que se acordase de haber vivido antes, y mucho menos de quien era durante su vida anterior .

TEÓS. Veo que vuestro argumento tiende a la antigua objeción de costumbre, la pérdida de la memoria en cada uno de nosotros, respecto de nuestra encarnación precedente. ¿Creéis que esto quita valor a nuestra doctrina? A ello contesto que no, y que en todo caso no puede ser concluyente una objeción semejante.

PREG. Quisiera oír vuestros argumentos.

TEÓS. Son pocos y breves. Sin embargo, cuando se toma en consideración la absoluta incapacidad de los mejores psicólogos modernos para explicar al mundo la naturaleza de la mente, y su completa ignorancia acerca de las potencialidades y estados superiores de la misma, tenéis que reconocer que aquella objeción está basada en una conclusión a priori, sacada de una evidencia prima fácil y circunstancial, más que de otra cosa. Ahora decidme: ¿qué es en vuestro concepto la “memoria?”

PREG. Lo que se entiende por ella generalmente: la facultad en nuestra mente de recordar y conservar el conocimiento de los pensamientos, actos y acontecimientos ¿Os habéis fijado alguna vez en la diferencia que hay entre ellas? Acordaos de que memoria es un nombre genérico.
No obstante, todos éstos son sinónimos.

TEÓS. No lo son seguramente, al menos en filosofía. La memoria es simplemente un poder innato en los seres racionales, y hasta en los animales, para reproducir pasadas impresiones por medio de una asociación de ideas, sugeridas principalmente por cosas objetivas o por alguna impresión sobre nuestros órganos sensorios externos. La memoria es una facultad que depende enteramente del funcionamiento más o menos
sano y normal de nuestro cerebro físico; el recuerdo y la reproducción son los atributos y los servidores de esa memoria. Pero la reminiscencia es una cosa enteramente distinta.

El psicólogo moderno define la reminiscencia como algo intermedio entre el recuerdo y la reproducción; un proceso consciente por el que se recuerdan los hechos pasados, pero sin aquella referencia completa y variada de objetos determinados, que caracteriza la reproducción. Locke, hablando de la reproducción y del recuerdo, dice: “Cuando una idea se ofrece de nuevo a la memoria sin la influencia del mismo objeto sobre el sensorio externo, esto se llama recuerdo; si la mente encuentra una idea que buscara con trabajo y esfuerzo, esto es reproducción”. Mas Locke mismo deja de darnos una definición clara de la reminiscencia, porque no es una facultad o atributo de nuestra memoria física, sino una percepción intuitiva aparte y fuera de nuestro cerebro físico; una percepción que, al ser puesta en acción por el conocimiento siempre presente de nuestro Ego espiritual, abarca aquellas visiones consideradas anormales en el hombre (desde las pinturas inspirada por el genio hasta el delirio y devaneos de la fiebre y de la locura misma), clasificadas por la ciencia como no existentes, excepto en nuestra imaginación.

El Ocultismo y la Teosofía consideran la reminiscencia, sin embargo, desde un punto de vista completamente distinto. Para nosotros, la memoria es física y pasajera, y depende de las condiciones fisiológicas del cerebro, proposición fundamental entre todos los profesores de la mnemotécnica, apoyados además por las investigaciones de los psicólogos científicos modernos; pero la reminiscencia es la memoria del alma. Esa memoria es la que da a casi todos los seres humanos, sea que lo comprendan o no, la certeza de haber vívido anteriormente y de tener que vivir de nuevo. Dice bien Wordesvorth:

“Nuestro nacimiento es sólo un sueño y un olvido; el alma que surge en nosotros, la estrella de nuestra vida, tuvo en otra parte su punto de partida, y viene de lejos.” anteriores.

TEÓS. Agregad a esto, si gustáis, que existe una gran diferencia entre las tres formas aceptadas de la memoria. Además de la memoria en general, tenemos el recuerdo, la reproducción y la reminiscencia.

PREG. Si basáis vuestra doctrina en esa clase de memoria (poesías y fantasías imaginarias, según vuestra propia confesión), creo, en este caso, que no convenceréis a muchos.

TEÓS. No expresé que fuese una fantasía. Dije sencillamente que los fisiólogos y hombres de ciencia en general consideran tales reminiscencias como alucinaciones y fantasías, siendo bien recibida tan “sabia” conclusión. No negamos que esas visiones del pasado, esos rastros de luz pasajera de los tiempos que fueron, sean anormales comparados con nuestra experiencia de la vida diaria y la memoria física. Pero sostenemos con el profesor W. Knight que “la ausencia de la memoria de cualquier acto ejecutado en un estado previo no puede ser argumento concluyente contra la posibilidad de haber vivido en el mismo”.

Y todo adversario de buena fe deberá convenir en lo que dice Butler en sus Lecturas sobre la filosofía platónica: “la idea de extravagancia que esto (la preexistencia) produce tiene su secreto origen en los prejuicios materialistas o semimaterialistas”. Sostenemos además que la memoria, como la llamó Olimpiodoro.

Es simplemente una fantasía, y la más insegura de todas las cosas en nosotros31. Aseguraba Ammonio Saccas que la memoria es la única facultad en el hombre directamente opuesta a la profecía o visión en el futuro. Acordaos también de que una cosa es la memoria y otra la mente o pensamiento; la una es una máquina para archivar, un registro que muy fácilmente se descompone, los pensamientos son eternos e imperecederos. ¿Os negaríais a creer en la existencia de ciertas cosas u hombres sólo porque no los hubiesen visto vuestros ojos físicos? ¿No es garantía suficiente de haber vivido Julio César el testimonio colectivo de generaciones pasadas que lo vieron? ¿Por qué no se habría de tomar en consideración el mismo testimonio de los sentido psíquicos de las masas?

PREG. Pero ¿no creéis que éstas son distinciones demasiado sutiles para que puedan ser aceptadas por la mayoría de los mortales?

TEÓS. Decid más bien por la mayoría de los materialistas. A éstos decimos: Ved que, hasta en el corto espacio de la existencia ordinaria, la memoria es demasiado débil para registrar todos los acontecimientos de una vida. ¡Con cuánta frecuencia permanecen dormidos en nuestra memoria los hechos más importantes, hasta que son despertados por alguna asociación de ideas, o puestos en movimiento y actividad por algún lazo de unión! Esto es lo que sucede especialmente a las personas de edad avanzada, cuya memoria siempre se debilita. Por lo tanto, teniendo en cuenta lo que sabemos acerca de los principios físicos y espirituales en el hombre, no debiera sorprendernos el hecho de que la memoria no registre nuestras vidas anteriores, sino el caso contrarío, si así sucediese.

31 La fantasía –dice Olimpiodoro (In Platonis Phoedo)–es un impedimento para nuestros conceptos
intelectuales; y, por lo tanto, cuando estamos agitados por la influencia inspiradora de la Divinidad, si
interviene la fantasía, la energía entusiasta cesa; porque el entusiasmo y el éxtasis son contrarios uno al
otro. Si se pregunta si el alma es capaz de producir energía sin la fantasía, contestamos que su percepción
de los universales prueba que es capaz de ello. Tiene, por consiguiente, percepciones independientes de
la fantasía; al mismo tiempo, sin embargo, la fantasía ayuda a sus energías, del mismo modo que la
tempestad persigue al navegante.

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