PREG. ¿Creéis en Dios?

TEÓS. Depende de lo que entendáis por este término.

PREG. Nos referimos al Dios de los Cristianos, el Padre de Jesús y Creador; al Dios Bíblico de Moisés, en una palabra.

TEÓS. En semejante Dios no creemos. Rechazamos la idea de un Dios personal o extracósmico y antropomórfico, que sólo es la sombra gigantesca del hombre, y ni siquiera del mejor. Decimos y probamos que el Dios de la teología es un conjunto de contradicciones y una imposibilidad lógica. Por lo tanto, no tenemos nada que ver con él.

PREG. Aducid razones.

TEÓS. Son varias, y de todas no nos podemos ocupar; pero he aquí unas cuantas: Ese Dios es llamado por sus adoradores infinito y absoluto, ¿no es cierto?

PREG. Así lo creo.

TEÓS. Siendo así, si es infinito –es decir, ilimitado– y especialmente si es absoluto, ¿cómo puede poseer forma alguna y ser creador de algo? La forma implica limitación y un principio, así como un fin, y para crear, un ser necesita pensar y proyectar. ¿Cómo puede suponerse que lo ABSOLUTO piense, es decir que tenga relación alguna con lo limitado, finito y condicionado? Es un absurdo filosófico y lógico. Hasta la kábala hebraica rechaza semejante idea, y hace del principio Uno Deífico Absoluto, una unidad infinita llamada Ain–Soph 13.
Para crear, el creador ha de volverse activo, y como esto es imposible para lo que es ABSOLUTO, el principio infinito se nos muestra como causa de la evolución (no de la creación), de un modo indirecto; es decir, por la emanación de sí mismo (otro absurdo, debido esta vez a los traductores de la Kábala), del Sephiroth

PREG. ¿Cómo se explica entonces que siendo así, existan kabalista que aún creen en Jehová o el Tetragrammaton?

TEÓS. Pueden creer lo que quieran, ya que su creencia o increencia difícilmente puede afectar a un hecho evidente. Nos dicen los Jesuitas que dos y dos no siempre hacen cuatro, puesto que de la voluntad de Dios depende el hacer 2 + 2 = 5. ¿Hemos de aceptar por eso su sofisma?

PREG. ¿Sois entonces ateos?

TEÓS. No nos consideramos tales, a no ser que se aplique el epíteto de “Ateo” a los que no creen en un Dios antropomórfico. Creemos en un principio Divino Universal, la raíz de TODO, del que todo procede y en el que todo será absorbido al fin del gran ciclo del Ser.

PREG. Esto es lo que sostiene el antiquísimo Panteísmo. Si sois Panteístas, no podéis ser Deístas; y no siendo Deístas, habéis de ser entonces considerados como ateos.

TEÓS. No necesariamente. El término “Panteísmo” también es de los muchos de que se ha abusado, y cuya significación real y primitiva ha sido falseada y corrompida por la ciega preocupación y por considerarlo desde un solo punto de vista. Si aceptáis la etimología Cristiana de esa palabra compuesta, la formáis de pan, ”todo”, y seoç, “Dios”', y creéis y enseñáis que esto significa que cada piedra y cada árbol en la
Naturaleza es un Dios o el Dios Uno, entonces claro está que tendréis razón y llamaréis fetichistas a los Panteístas. Pero si empleáis la etimología de la palabra Panteísmo esotéricamente, como hacemos nosotros, difícilmente sacaréis el mismo resultado.


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13 Ain–Soph igual a to pan o epeiron, el infinito o el limitado, en y con Naturaleza; el no existe que Es,
pero no es un SER.
14 ¿Cómo puede el principio eterno no activo emanar o emitir? Nada de esto hace el Parabraham de los
Vedantinos; ni tampoco el Ain–Soph de la Kábala Caldea. Es una ley eterna y periódica la que hace emanar
una fuerza activa y creadora (el Logos), del principio uno, enteramente oculto e incomprensible, al
principio de cada Mahâmanvantara o nuevo ciclo de vida.


PREG. ¿Cuál es pues su definición?

TEÓS. Permitidme que os haga una pregunta: ¿qué entendéis por Pan o Naturaleza?

PREG. Creemos que la Naturaleza es la suma total de las cosas existentes que nos rodean; el agregado de causas y efectos en el mundo de la materia, la creación o universo.

TEÓS. ¿Es entonces la suma y el orden personificados de las causas y efectos conocidos; el total de todos los agentes y fuerzas finitos, separados por completo de un Creador o Creadores, inteligentes, y quizás “concebido como una fuerza aislada y separada” como dicen las enciclopedias?

PREG. Así lo creo.

TEÓS. Pues bien; nosotros no tomamos en consideración esta naturaleza objetiva y material que llamamos ilusión pasajera, ni tampoco tiene para nosotros la palabra pan el significado Naturaleza, en el sentido de su derivación aceptada del latín Natura (de nasci, nacer). Cuando hablamos de la Deidad y la identificamos con la Naturaleza, haciéndola, por lo tanto, contemporánea de la misma, nos referimos a la naturaleza eterna e increada y no a vuestro agregado de sombras pasajeras e imaginarias ilusiones.

Dejarnos para los fabricantes de himnos el considerar al cielo visible o paraíso como el Trono de Dios y a nuestra tierra de fango como su escabel. Nuestra Deidad no se encuentra ni en un paraíso ni en un árbol especial, edificio o montaña: está en todas partes, en cada átomo del Cosmos, tanto visible como invisible; dentro, encima y alrededor de cada átomo invisible y molécula divisible; porque ELLO es aquel misterioso poder de la evolución e involución, la potencialidad creadora, omnipresente, omnipotente y hasta omnisciente.

PREG. ¡Alto aquí! La omnisciencia es la prerrogativa de algo que piensa, y negáis a lo Absoluto el poder del pensamiento.

TEÓS. Se lo negarnos a lo Absoluto, puesto que el pensamiento es una cosa limitada y condicionada. Mas, evidentemente, olvidáis que en filosofía la inconsciencia absoluta también es conciencia absoluta, ya que de otro modo no sería lo absoluto.

PREG. ¿Entonces es que vuestro Absoluto piensa?

TEÓS. NO, ELLO no piensa; por la sencilla razón de que es el Pensamiento Absoluto mismo. Ni tampoco, por igual razón, existe, puesto que es la existencia absoluta, y la Seidad, no un Ser. Leed el magnífico poema Kabalístico de Salomón Ben Jehudah Ibn Gabirol, en el Kether–Malchuth, y comprenderéis.
Dice: “Eres uno, la raíz de todos los números, mas no como elemento de numeración; porque no admite la unidad multiplicación, cambio o forma alguna. Eres uno, y piérdanse los hombres más sabios en el secreto de tu unidad, porque la ignoran. Eres uno, y jamás puede ser Tu unidad disminuida ni aumentada, ni puede ser cambiada. Eres uno, y ningún pensamiento mío puede fijarte un limite o definirte. ERES, mas no como uno existente, porque ni la inteligencia ni la visión de los mortales pueden alcanzar tu existencia, ni determinar acerca de Ti el dónde, cómo y de “dónde”, etc.

En una palabra, nuestra Deidad es la eterna constructora del Universo; no creando, sino evolucionando incesantemente, surgiendo el Universo de su propia esencia, sin ser creado. En su simbolismo, es una esfera sin límites, con un atributo único eternamente activo, que abarca a todos los demás atributos existentes o imaginables: ELLO MISMO. Es la ley única dando impulso a leyes manifestadas, eternas e inmutables, dentro de esa LEY que jamás se manifiesta porque es absoluta, y que durante sus períodos de Manifestación es lo Eternamente Volviendo a Ser, el eterno Devenir.

PREG. Oímos una vez observar, a uno de los miembros de la S. T., que hallándose en todas partes esa Universal Deidad, estaba en lo impuro lo mismo que en lo puro, y, por lo tanto, presente en cada átomo de la ceniza de su cigarrillo. ¿No es ésta una horrible blasfemia?

TEÓS. No lo creemos, porque difícilmente se puede considerar la simple lógica como blasfemia. Si fuésemos a excluir el Principio Omnipresente de un solo punto matemático del universo, o de una partícula de materia que ocupe cualquier espacio concebible, ¿podríamos considerarlo aún como infinito?


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