PREG. Según tengo entendido, describís nuestro planeta como formando parte de una cadena de tierras.

TEÓS. Así es. Pero las otras seis “tierras” o globos no se hallan en el mismo plano de subjetividad de nuestra tierra; por lo tanto, no podemos verlas.

PREG. ¿Es debido esto a la gran distancia que nos separa de ellas?

TEÓS. De ninguna manera, porque vemos a simple vista planetas y hasta estrellas a distancias inconmensurablemente mayores; pero es debido a que esos seis globos se hallan fuera del alcance de nuestros medios físicos de percepción o plano de nuestro ser. No es tan sólo que su densidad material, peso o constitución sean por completo distintos de los de nuestra tierra y de los demás planetas conocidos, sino que se encuentran situados (para nosotros) en una capa del espacio, por decirlo así, enteramente diferente; una capa que no puede ser percibida; o sentida por nuestros sentidos físicos. Y cuando digo “capa” no creáis que se trata de capas materialmente colocadas como fajas una sobre otra, puesto que esto sólo nos llevaría a un nuevo absurdo y a un nuevo error.

Lo que entiendo por “capa” es aquel plano, del espacio infinito que por su misma naturaleza no puede ser percibido por nuestras facultades ordinarias en estado de vigilia, bien sean mentales o físicas, sino que existe en la Naturaleza, fuera de nuestra mentalidad normal o conciencia, fuera de nuestro espacio de tres dimensiones y de nuestra división de tiempo. Cada uno de los siete planos (o capas) fundamentales en el espacio por supuesto, considerados como un todo, como el espacio puro según la definición de Locke, no como nuestro espacio finito tiene su propia objetividad y subjetividad, su propio espacio y tiempo, su conciencia propia y su clase de sentidos. Pero es difícil que todo esto sea comprensible para el hombre educado en la manera de pensar moderna.

PREG. ¿Qué entendéis por clase diferente de sentidos? ¿Existe algo en nuestro plano humano que pudieseis presentar como ejemplo de lo que decís, para darnos una idea más clara acerca de lo que podáis entender por esa variedad de sentidos, espacios y percepciones respectivas?

TEÓS. Nada; exceptuando acaso lo que para la Ciencia sólo serviría de argumento en contra nuestra. ¿No tenemos mientras soñamos una clase diferente de sentidos? Sentimos, hablamos, oímos, vemos, tocamos y obramos en general en un plano diferente, quedando evidenciado el cambio de estado de nuestra conciencia por el hecho de que una serie de actos y acontecimientos que, según nos parece, abrazan varios años, se suceden idealmente por nuestra mente en un momento. Pues bien; esa extrema rapidez de nuestras operaciones mentales durante los sueños, y la naturalidad perfecta mientras tanto de todas las demás funciones, nos demuestran que nos encontramos en un plano completamente distinto. Nos enseña nuestra filosofía que del mismo modo que existen siete fuerzas fundamentales en la Naturaleza y siete planos de existencia, hay también siete estados de conciencia, en los que puede el hombre vivir, pensar, recordar y tener su existencia.

Imposible es enumerarlos en este lugar; para ello es preciso dedicarse al estudio de la Metafísica Oriental. Mas respecto a esos dos estados –la vigilia y los sueños–, todos los mortales, desde el profundo filósofo hasta el salvaje más inculto, tienen buena prueba de que difieren el uno del otro.

PREG. ¿No admitís entonces las doctrinas bien conocidas de la Biología y Fisiología tocante a los sueños?

TEÓS. No. Rechazamos hasta las hipótesis de los psicólogos, prefiriendo atenernos a las doctrinas de la Sabiduría Oriental. Creyendo en siete planos del Ser cósmico y estados de conciencia, respecto al Universo o Macrocosmo, nos detenemos al llegar al cuarto plano, viendo la imposibilidad de pasar más allá con algún grado de seguridad. Pero respecto al Microcosmo u hombre, especulamos libremente acerca de sus siete estados y principios.

PREG. ¿Cómo explicáis éstos?

TEÓS. Encontramos ante todo en el hombre dos seres distintos: el espiritual y el físico; el hombre que piensa y el hombre que recuerda tantos de aquellos pensamientos como puede asimilar. Por consiguiente, consideramos dos naturalezas distintas: el ser superior o espiritual, compuesto de tres “principios” o aspectos, y el Inferior o cuaternario físico, compuesto de cuatro; en total siete.

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